No creo que termine su te. Esta tenso, observando el parquet, peleando por no llorar. Espero que gane. Suficientes derrotas por hoy.
No creo que termine su te, a decir verdad, ni creo que regrese. Será mejor pedir la cuenta y largarme yo también de acá. Pensar, pensar que en este Café me pidió que me casara con el, le conté que seria padre, me entere que no, y lógico, lo pierdo.
Segundos. Tan solo segundos son los que separan de la gloria al desastre, del inicio al crepúsculo, de lo eterno a nada. Si una lo piensa, con editar un solo segundo, nada mas, con moverlo de lugar, nada seria igual, todo seria diferente. Pero ¿Qué caso tiene llorar por la leche derramada? Lo arruine, y se que no vas a volver.
Ahora mismo, quién sabe, estará decapitándome en instantáneas o cremando animales de algodón, no lo se, pero que mas da, nada puedo hacer ya. ¿Decir “lo siento”? ¿Acaso no es obvio? Que caso tiene decirlo, gritarlo, escribirlo en los vidrios empañados, si eso no repara nada. Decir “lo siento” lo decía cuando le pegaba a mi hermano u olvidaba barrer mi pieza; decir “lo siento” lo dice cualquiera, y quizás si, deba limitarme a decir eso, pues soy una cualquiera.
El tiempo es villano, yo nunca me hago cargo de mis errores, elijan la que mas les guste. Pensé que ya no te importaba mas, pensé que estabas “construyendo tu vida” (Una frase tan idiota ¿Qué era, acaso, lo que hacías antes?). Pensé, no pensé en realidad y eso se refleja en mis actos, en EL acto. Solo se necesita un lugar, un tercero y un desinterés por lo valioso, y esa noche las tenia todas, incluso me sobraban. Todos eran mis presas y yo la fiera mas feroz del lugar. Yo era la nena que perdía a su muñeco más hermoso.
Nadie tiene la culpa de perder a alguien que se tenía que ir. Ni vos, ni yo, ni los doctores que me atendieron. Si no quería nacer, no era tu culpa, simplemente no era el momento. No debí gritarte por eso, no debí gritarte por nada, pero principalmente no debí haberlo relacionado con eso. Una idiota. Ese segundo, si pudiera cambiar ese segundo no hubieses pedido tomarte un tiempo y nada hubiese pasado, aunque, quien sabe, si no era en ese momento, seguro lo estropeaba en otro.
Afuera hace frío, pero mas frío hace dentro, dentro de mí. Te extraño, es invierno y deberías saber cuanto ansiaba pasar inviernos juntos, pero se que hice bien en contártelo todo, en pedirte que te vayas. Alguna repostera encontraras, alguien que te endulce el alma y le de una capa de glaseado a tu corazón, para que no se quiebre tan fácilmente esta vez ¿De mi? No te preocupes, también seré feliz, necesito un tiempo para asegurarme como salir adelante y no lastimar al venidero.
Ojala me perdones, ya que no quiero atarte a nada. El será mi pequeño secreto, en sus ojos recordare los del hombre alto y rubio que supe perder, para no volver a cometer el mismo error una vez mas. Por ahora solo somos el y yo contra el mundo, pero jamás dejare que algo malo le suceda. Esta vez, me guardare los colmillos para proteger y no para atacar.
Así me despido, pues con unos golpes bastan para que la luz de la ventana me avise que nada ha pasado, que sigo con 17 y vos con 18, que ya no sos rubio ni tan alto, pero que estas acá en invierno, intentando que me despierte de este horrible mundo, que nunca, pero nunca, dejara de ser real.
Ojala me perdones.
