sábado, 31 de mayo de 2014

Y acá lo que queda

Es porque es y nada más
Las coronas no valen en estas tierras
Todo pensamiento suyo se queda en tu casa
Donde vive tu amor
Acá los textos son otros
Tan distintas a los suyos
Que no se asuste
Pues del otro lado del puente
Si la lluvia cae
Sólo ocurre en una dirección

Es porque es y nada más
Las sombras no nos llegan
Y ni él ni yo estamos conectados
Ni en el flujo del tiempo y lo repetido
Ni en el reino de las posibilidades
Pues entonces que la vida continúe
Cada uno con su sentido
Y vos respondiendo en cada lado
En tu casa con tu amor
Y acá lo que queda

domingo, 25 de mayo de 2014

La montaña sostenida

Puede haber un momento al abismo
y lo que huyó ya no puede saltar
atado a la sombra desilusionada
con Marte amado y el fuerte grito

Acá se juntaron los niños
pidiendo algo de comer
pero no aceptan comida
se conforman con un poder

La gravedad fue inventada por los jefes
que se asustaron de los artistas
y al final le dieron más sentido
cuando les quitaron el peso amanecer

Y la mujer de las explosiones de colores
cerró las puertas y se ahogó
muerta en su universo de hierro negro
con la sonrisa que exigen las cadenas

Y si acaso la vida fue una desesperada niña
que se perdió
y nos exigió que la llevemos de nuevo a casa
lugar que ya no existe

pobre de los niños
pobre de los artistas
pobre de los brujos
pobre de nosotros

jueves, 22 de mayo de 2014

El problema de la ciudad

Nadie jamás ha visto lo que sucede cuando dos espejos se reflejan
Y es que no se puede
Porque observar dos espejos
Uno frente al otro
Significa ser parte de la situación
Es decir
Ser reflejado
Entonces
Como el árbol que cae en el bosque de la soledad
El eterno reflejo
El encuentro de dos espejos
Es algo que jamás podrá ser visto

La luz viaja a una velocidad tan rápida que no lo percatamos
Pero el reflejo es una imagen antigua
Del pasado
Y al fin y al cabo
El reflejo tiene la misma naturaleza que los recuerdos

Sucede lo ocurrido con los reflejos
Algunos
Como el que se ve en el espejo del baño
O del ascensor
Pueden controlarse
Y elegir evitarlos
Pero otros
Los de las vidrieras de los locales
O de las ventanillas de los colectivos
No

Peor es en una ciudad tan enorme
Tan llena de gente con necesidades
Y tantos reflejos
Y lo mismo ocurre con los recuerdos
Uno puede evitar ciertos
Pero otros aparecen sin que uno se lo proponga
Y más en esta ciudad
Tan llena de reflejos

Pero el mayor de los problemas sucede que al igual que los espejos
Coincidir dos recuerdos es imposible
O quizás no lo sea
Pero nunca podremos saber cuándo ocurre
Y estaremos en una ciudad llena de gente
Y esa gente en un mismo colectivo
Y vos subiendo
Y yo sentado atrás
Y jamás saber que compartimos ese viaje
Porque esta ciudad está tan llena de reflejos
Que nunca habrá un momento de intimidad
Para compartir los nuestros

Si el instante se cae

Luego la canción terminó
con todo ese viento
y ni los autos se acercaron

Cuando todo fue un silencio
tan pesado que los labios se derrumbaron
la noche se deshizo y se construyó

Usted está acá para ser feliz
pero no se confunda
usted no está obligado a quedarse

Las sonrisas que nos dejaron las lluvias

¿En cuántos cuentos caberá esta historia? Nunca lo sabré. Lo que sí sé es que éste no es el último, así como ustedes bien saben que no es el primero.
De todas las veces que se ha contado, creo que mi versión, que leerán a continuación, es la más pobre de todas. Será porque escuché la historia original sólo una vez y hace tiempo, por lo que los detalles se me han ido borrando y no quisiera inventarlos. Por eso les pido que me disculpen, si acaso omito partes que ustedes consideran que son indispensables para terminar el sentido.
Sucedió hace mucho tiempo, en un lugar tan lejos que ni las sombras se parecen a las nuestras. En un lugar en donde la monarquía seguía teniendo sentido, o acaso las clases sociales, no lo sé; pero en lo alto de la torre más bella de todas o en el edificio más grande del lugar, una chica, a la que llamaré Florencia, porque el nombre me gusta y nos es familiar, se encontraba acostaba, llorando por su destino.
Hay un término en latín para la enfermedad mental que Florencia acababa de saber que padecía, pero nunca aprendí el idioma. Lo cierto es que Florencia iba a morir, pero lentamente y con mucho dolor.
Cualquiera hubiese decidido optar por una muerte digna y terminar con el sufrimiento, pero los médicos no lo aconsejaban en lo absoluto, pues la cura estaba muy cerca. Fue así que Florencia siguió con vida, a costa de su familia y los profesionales, a pesar de que ella pronto comenzó a sufrir un dolor que no podía aguantar.
Quizás fue una hija de las sirvientas que había en el hogar de Florencia, no lo sé. Es decir, no sé su procedencia, pero jamás podría negar su existencia, que es crucial para mi versión de la historia. A ella no le pondré un nombre, porque no se me ocurre ninguno que esté a la altura de sus acciones, o quizás sí uno, pero temo decirlo en voz alta, así que simplemente será "ella".
Ella apareció a los cuatro años de que Florencia conoció su condición. Fue un encuentro casual, quizás jugando por los jardines del castillo o en algún otro lugar, ella se cruzó con una Florencia pálida, oculta de las luces, naturales y artificiales. Ella le sonrió y Florencia no le devolvió el gesto, no por tener malos modales, sino que no sentía fuerzas para ser cortés, pero a ella no le importó y se le acercó. Quizás le habló de las artes musicales, quizás fue de los placeres culinarios, no puedo recordarlo y no creo que les importe a alguien más que no haya sido a ellas, por lo que seguiré ignorando sin culpa. Pero algo debe quedar en claro, ellas dos, desde ese momento, no se volvieron a separar.
Pasaron años juntas, jugando y divirtiéndose. La familia de Florencia estaba totalmente agradecida con ella, pues a pesar de que su condición seguía igual, las ganas de Florencia de pelear habían aumentado y todos los días que pudo, se levantaba con fuerzas.
Naturalmente, su enfermedad fue progresando y cada vez le fue más difícil ponerse en pie y tanto Florencia como ella, lo notaban. Comenzó a ser más duro para ellas jugar y llevarse bien, pues el dolor que Florencia sufría era más fuerte y le quitaba las ganas de ser amable.
Fue un día, luego de discutir, que ella se cansó de Florencia y se fue.
Toda la familia la odió por el daño que le había generado a una chica enferma y delicada, pero Florencia, llena de odio, decidió mostrar que no necesitaba de ella y que no quería que nadie le tuviese lástima.
Así pasaron otros años y Florencia se mantuvo firme, ocultando los punzantes dolores que su cuerpo padecía de su entorno, para que nadie jamás fuese compadecerse de Florencia, para luego abandonarla.
Pero la cura no llegó a tiempo y Florencia, luego de cuatro días de un terrible sufrimiento, murió.
Ni al realizarse el velatorio, ella se presentó a despedirse. Nadie de la familia la volvió a ver.
Tiempo más tarde, cuando comenzaron a ordenar las cosas de la antigua pieza de Florencia, encontraron un cuaderno, en donde anotaba sus cosas.
Posiblemente muchas hojas estuvieran con insultos o con frases incoherentes producto de la demencia que comenzó a sufrir en su último año de vida, pero hubo una frase que, aunque fue catalogada como producto de lo que acabo de decir, para mí tiene un sentido extremadamente lúcido, y que fue la siguiente:
"Puede la lluvia mojar, pero el fuego arde. Gracias".

¿Te acordás?

Si hemos sido creados, hemos sido creados para morir. Es lo único que haremos con seguridad y lo único que haremos bien. Lo segundo que debemos hacer, es despedirnos.
Sí, habrá el que diga que la despedida sólo es posible con el recibimiento, pero esa es la clase de persona que es estúpida y habla por hablar sin notar en el ambiente en donde está. Y éste es uno triste, tristemente.
Si las despedidas son dulces, lo son porque son como una manzana, pero no cualquiera, la prohibida. Muchas veces nos damos cuenta del error que fue, cuando ya la hemos comido y cuando luego de despedirnos, nos han desterrado de nuestro hogar.
Porque sí, toda despedida significa irse del hogar. Incluso cuando se va el otro y uno se queda. Porque ese espacio pierde la mitad de su energía y ya no se puede sentir como se sintió antes.
Pero luego de la última despedida, ya no está ese dolor dulce, ni ese desterramiento. En todo caso, todo lo contrario, hay un terramiento, pues quedamos bajo tierra o nos hacemos polvo, que no es lo mismo, pero es igual.
Y si lo hay, si existe una instancia posterior, entonces Dios debe estar muy enojado con nosotros, pues disfruta que nos despidamos constantemente y quizás, de tanto hacerlo, ese dolor haya cobrado forma propia y ande con nosotros desde los principios y es por eso que el ambiente es triste, obviamente.

Geraldina, mi amante

Sí, cualquiera, mi amante se llama casi igual que yo. Pero uno debe andar haciendo la vista gorda en esos detalles, en especial cuando la otra persona se presenta por primera vez con un casco del Power Ranger verde, ese que era re polenta.
Creo que mi mayor talento no se relaciona con las tareas artísticas que pueda llegar a realizar, sino con una característica para nada útil, que consiste en saber qué canción es cada persona. Cierto, talento totalmente absurdo y sin sentido, en especial porque a la persona que más deseo, mi amante, jamás le encontré la canción adecuada.
Pasa que Geraldina es así, indescifrable. O no. Posiblemente no, pero cuando uno está caliente con una persona, toda tu lógica y los rasgos de sujeto se puedan traer se ocultan y para uno esa, sí, esa Geraldina, es la chica más fantástica de todo el mundo.
Quizás mi esposa un día se entere de mi aventura y me largue a la calle, pero dudo que lo haga, pues es tan la adrenalina que tengo con mi amante, que me sobra y no hay una noche en que no la deje a mi mujer, desarmada en la cama, esperando un poco más de mí, que soy más yo, con eso que produce sentir a dos mujeres deseándote.

Principio de caballero

Con la carga de las aves azules
que esperaron un millón de años
para venir a cobrarse los sueños
que me escondí debajo del miedo.
Todo el día atrapado al efebo tiemble
de sentir que hoy no será nunca ayer.
Y así estarán con sus ojos negros
robando lo que les pertenece
y yo quedaré como el dragón griego
pero sin jamás olvidarlo, pensando
¿cómo haré con tantas cadenas
para nutrirme con las vitaminas del sol?

La chica radioactiva

Luego de que las naciones acordaron dejar de experimentar con bombas nucleares, todos evitaron a Amelia, la chica radioactiva.
Famosa en sus primeros años, antes de empezar cualquier película en el cine, uno veía cualquier imagen de Amelia, aunque con planos de poca duración, pues el fílmico se deterioraba rápido al estar expuesto a ella.
A pesar de toda la fama, su nacimiento nunca fue claro y las versiones abundaban por todos lados. Se decía que la primera vez que la vieron fue tomando sol en una costa de Francia, o jugando con las hormigas en Estados Unidos y hasta que la encontraron en una cueva, perdida en la Unión Soviética. Las viejas que se juntaban en el pasillo de mi departamento decían que era peronista, así que sí, de ella se decía de todo.
Sea cual sea su origen, poco importaba, porque era todo el mundo el que quería apropiarse de Amelia, la chica más hermosa de todo el mundo moderno, o así fue en sus primeros años.
Vaya uno a saber qué es lo que hace al hombre hacer y dejar, cuándo lo ridículo fue catalogado como bueno o malo y porqué Amelia fue dejada a un lado, pero así sucedió.
De todos sus orígenes, hay uno que es mi favorito. No por el lugar, el cual no mencionaré para que los hilos que me mueven a contar esta historia no sean tan obvios, sino por lo que me genera la historia. Amelia tenía 12 años cuando conoció a un chico tres años mayor. Ellos se volvieron mejores amigos y se juraron nunca separarse. Incluso con toda la fama que consiguió Amelia en su momento, jamás olvidó a su amigo y siempre consiguió escapar de todos los deberes sociales que debía cumplir para verlo y pasar el rato juntos. Así fue durante años. Pero cuando se decidió que el armamento nuclear era muy peligroso y Amelia, la chica radioactiva, fue considerada peligrosa para el orden de las comunidades y expulsada de su país, ellos dos nunca más se volvieron a ver. Amelia sabía que a pesar de no poder volver a su hogar, su amigo estaba libre de sospechas y podría irse con ella a otra parte, pero él jamás se comunicó. A través de conocidos, la chica radioactiva intentó rastrearlo, pero quedó totalmente desorientada cuando supo que su amigo había escapado de su hogar sin dejar una nota.
Amelia, en total soledad, buscó a su amigo por todo el mundo y jamás lo encontró. Ya anciana y refugiada en las arrugas de la indiferencia, Amelia consiguió regresar a su país y fue hacia la casa de su amigo, totalmente vacía por los conflictos políticos que atravesaba el país en ese entonces. Al encontrarse en su habitación, toda destruida, se quedó mirando en silencio, recordando los momentos y justo cuando estaba por retirarse, a su mente le llegó un día del pasado, a los gritos, pidiendo ser observado. Amelia, abrió los ojos con rigidez y se agachó a buscar el zócalo flojo, en donde ellos guardaban sus secretos. Y ahí estaba.
Amelia leyó:
"Lo que hemos jurado ya no lo podemos obviar, sea en donde sea, quizás donde las palabras siempre quedan".
Y así fue como Amelia, la chica radioactiva, se consumió con una sonrisa y fue en busca de su amigo, esta vez, sin apuro, pues en esos lugares el tiempo no interesa.

El ojo de fuego

En lo más inalterable del ser
Si acaso existe un grado de unicidad
Habrá una roca con la pregunta formadora
Y en su propio código, explicará las cosas puras
Las que poco han visto de la luz

Se dirá que el ojo de fuego no puede llorar
En ese demoledor deseo animal
De hacer de las cosas, la luna
Se dirá lo que sea porque el río ya corre
Y tanto imperio ya está en marcha

Pero si acaso pudiese ser
Que la sombra no sea sombra y el rostro tampoco
Entonces todo el ruido perderá sentido
Y acaso así, ¿no dejará de existir?
¿Cuánto horror hay en pensar que la rosa nunca se llamó así?
¿Cuál será mi destino cuando se me refute lo primero?

Aquel que lo vio todo

Jamás serás verbo y Él enmudeció
Ni la piedra más negra de todas le dio consuelo
Y en su puntiagudos cuernos solares
Le dio al hombre su desgracia hecha anhelo
Y ellos armaron la historia por él
Aquel que jamás vio el día y lo vio todo

Ganó la guerra con lo gris y lo amarillo
Y fue Perro, Serpiente, Trueno y Sol
Y lo fue todo porque al hombre se lo encargó
Cuando en la sombra del saber se explicó la sangre

Jamás serás verbo y Él enmudeció
Y en lo obvio de la soledad
Le dio la madera y lo blanco al hombre
El cuarzo rosado
Él que lo ha visto todo y ellos
Que lo intentaron

Mejor así

Debe existir un universo para cada cosa
Un millón de yos que viven, nacen y mueren
Y se presentan a millones de días
Con tantas ropas diferentes
Los que duran un segundo
Y los de la eternidad
Si acaso siguen historias mías pasadas
O andan en cosas que ni puedo imaginar
Puede existir un mundo en el que te asesinaron
Y está éste, que no
Ante tanta posibilidad puede sentirse como el adiós
Si seguimos, lo hacemos de la mejor forma de todas
Y cuando despertemos
Y recordemos que somos parte de un mismo universo
Nos relajaremos, pues entonces entenderemos que no existe
Que no hay distancia que realmente nos separe
Y no sé vos, pero para mí, mejor así

Si llegase a llover hoy

Si hoy la lluvia se nos interpusiera, yo me quedará encerrado con las ilusiones. Qué cómico, siempre le tememos a las paredes, a las murallas y a otras cosas sólidas, pero al final, nuestros muros son líquidos. Acá yo y allá vos, pero separados por bloques de agua que parecen impenetrables.
Somos cuando podemos definirnos, cuando nos diferenciamos de lo demás, y esas diferencias viven en los límites. Si hoy la lluvia se nos interpusiera seríamos eso, lluvia, agua ¿y acaso no lo somos? Qué cómico, siempre detestamos las estructuras sólidas por su rigidez, pero al final, lo que siempre seremos, es decir, lo más estable de nosotros, no se puede moldear.
Pero si llegase a llover hoy, no serían importantes esas cuestiones, no importarían mis limitaciones o mis esencias, sino tu cara de disgusto al ver que he vuelto a dejarte plantada, y esa cara no se lava con nada.

Martín

Y un día, Martín se fue de la casa. Hacerme el sorprendido, el que no me lo veía venir, sería una mentira y usted sabe que yo no miento. Pero cuántas cosas hay que sabemos de antemano y aún así, cuando suceden, nos dejan desarmados en un rincón con la pila de pañuelitos usados y la nariz paspada.
Martín se fue y ya no va a volver. Lo peor de todo es que el mundo sigue igual. El descarado mundo sigue girando sin darse cuenta del terrible vacío que hay acá. El sol sigue alumbrando, la señora de enfrente sigue regando las plantas y el colectivo sigue casi apropeyando al nene que cruza la calle sin mirar ¿Y qué se puede esperar? Si nadie se detiene a mirar.
Martín se fue de a casa y ni a los muebles, ni a los cuadros se les ha piantado un lagrimón. Martín se fue y parece que sólo se despidió de mí.

Si la gota golpea el piso

Si la gota golpea al piso se destruye
Y en su desesperado intento de sobrevivir
Se parte en hijos con finales más rápidos
Y estructuras más frágiles

¿De qué perla habremos nacido?
Algún extraño cristal ya olvidado
¿Y cómo tendremos tiempo para recordar?
Si queda tan poco para atravesar el suelo

Nuestro miedo quizás no nos pertenezca
Si acaso ha sido heredado
¿Cómo podemos sufrir la sangre?
¿Cómo podemos cargar todo lo blanco?

Si la gota ha golpeado el suelo
Y si nosotros golpearemos el suelo
Y nuestros descendientes lo harán
¿Cuándo será momento de aceptar lo inevitable y así dejar de caer?

Cuando vuelvas a casa

Cuando vuelvas a casa yo no estaré esperando.
Ya me habré ido y no regresaré.
Pero cuando dejes ese lugar, húmedo y sucio,
quizás nos crucemos en otro lado.
Me contarás tus historias y yo las mías.
Nos alegraremos de todo lo que hemos vivido separados,
y ya juntos, de la mano, andaremos otra vez.

Pero será si acaso nos volvemos a cruzar,
pues cuando vuelvas a casa yo ya no estaré ahí.

Oda a Edu

Si Eduardo tiene tres hermanas, Ana, Anastasia y Analía, pregunta, ¿cuál de sus hermanas lo quiere más? y al lado, justifique. Pueden empezar.
La respuesta es fácil, yo lo quiero más. Si fuese por Anastasia y Analía, la infancia de Edu hubiese sido un garrón. Decí que estuve ahí para darle una mano, porque ellas han sido siempre re conchudas con el pobre Edu, en especial cuando él estaba entrando en la pubertad.
Bueno, también él, siempre tan boludo. O sea, con cariño lo digo, él sabe que yo lo quiero, pero bueno, a veces una lo miraba y decía: Ay, dios, ¿cómo podés dejarte boludear así? Te digo, eran todos los compañeros tomándolo de punto a él. Que pasame los deberes, que dame plata para el recreo, no sé, de todo. Y Edu siempre ahí siendo pasado por encima. Y bueno, como te dije recién, las otras dos también estaban en esa. Si no era que lave los platos en el turno de ellas, era que limpie el baño, que junte las cacas del patio, ¡todo! Yo lo miraba al pobre yendo de un lado al otro, obedeciendo lo que le decían y así fue siempre. Uno diría que en un momento explota y mata a alguien, pero no, Edu siempre fue nada, así, buenito, bah, más boludo que otra cosa.
Me acuerdo de una vez que al fin se hablaba con una chica y se iban a ver no sé en dónde. Casi una cita, te digo. Y no me acuerdo si fue Anastasia o Analía la que le pidió que se quede, porque venía una tía, Julia, que es... ni te cuento, siempre criticaba todo y era insoportable, pero al Edu lo amaba, así que cuando estaba él, ella como que se relajaba y no te decía que estabas más gorda o que con esa postura nunca ibas a tener un novio. Sí, bien mal cogida era.
Yo te hablo así porque nos tenemos confianza, qué sé yo, si te jode vos decime.
En fin, la cosa es que Edu terminó dejando colgada a la otra, pobre, y se quedó en casa mientras la tía esta le rompía las bolas. Pobre, se cagó muriendo sola, tanto que criticaba, pero bueno, hay cada una.
Y nada, así fue siempre, creció y fueron sus compañeros del laburo los que lo boludeaban o su jefe. Me acuerdo que su primer trabajo fue en una oficina de correos y siempre era él el que se tenía que quedar hasta más tarde mientras todos los demás se iban. Cosas así le pasaban y Anastasia y Analía seguían. De hecho cuando papá y mamá se murieron y hubo que repartir los bienes... ¡ay, cómo lo cagaron al pobre! Todo se quedaron ellas, la casa, los muebles, los dos autos. Creo que él se quedó con una mesada, otros muebles chiquitos y el sillón del abuelo, que tenía más pulgas que un perro de la calle.
Así que nada, como te digo, eran muy conchudas con él, ¡y eso que no te conté de Ana!

Y si ella se va

Una vez me dejé mi cuaderno en el banco de una plaza. Cuando volví a buscarlo ya no estaba en ese lugar, sino en las manos de una chica de rulos negros. Ella recorría cada página con una sonrisa y yo no sabía qué hacer. Quería mi cuaderno de regreso, pero me daba vergüenza reclamarlo.
-¿Esto es tuyo? -me preguntó.
-Eh... no, es de un amigo. Me pidió que lo venga a buscar.
-Ah, qué pena. Decile a tu amigo que dibuja muy lindo.
-Bueno, gracias ¿Me lo devolvés, por favor?
Ella me dio el cuaderno y al tomarlo salí corriendo. Cuando llegué a la esquina me di vuelta y ahí seguía, mirándome, con una sonrisa, sabiendo que le había mentido y seguramente descifrando mi tímida personalidad.
Quizás haya tiempo en otra ocasión para recordar los días que acá estoy olvidando, pero hay una parte de nuestra historia que siempre voy a tener que recordar. Ya no éramos niños ni nos guardábamos secretos.
-Te resultará sorprendente, pero todavía me dan ganas de abrazarte cada vez que vuelvo a casa y te veo tan despreocupado -me dijo ella. Yo no le dije nada, me quedé mirándola, reforzando mis ganas de seguir en cada gesto suyo, en sus rulos plateados. 
-No me mires así, sabés bien quién soy -me recriminó y se sentó al lado mío. Se quedó un rato mirándome, acariciándome la mano y luego se paró. -Sabés bien quién soy, lo sé.
En mis historias suelen haber muchos cuadernos, de hecho ahora mismo yo tengo uno. Si acaso un día tuviese algún inconveniente, ahí podrán encontrarme, incluso si ella se va.

Si mis hijos preguntasen por mí

Si alguna vez mis hijos preguntasen por mí
Quiero que les digas que me fui del pueblo
En busca de respuestas que hoy no puedo dar

Quiero que les digas que quizás esté perdido
Y que posiblemente no consiga regresar
Pero que me mueve la necesidad de que vivan

Si alguna vez mis hijos preguntasen por mí
Quiero que les digas que dejé a los hombres
En busca de algo más que pueda ofrecerme vivir

Quiero que les digas que seguramente no vuelva
Pero que fue necesario dejarlos atrás
En el último intento de darles lo que no les puedo dar

Si alguna vez mis hijos preguntasen por mí
Quiero que les digas que su padre fue hombre y absurdo
Y en un toque de luz, entendió en la ausencia un mundo mejor

Razón de las estrellas

Que la palabra "estrella" rime con "bella" lejos está de ser una coincidencia. Las rimas suelen serlo, muchas son tristes casualidades o procesos modificados, generados a la orden de antiguos monarcas caprichosos. No así sucedió con estas dos palabras. Incluso si observa con detenimiento, no encontrará muchas palabras que rimen entre ellas, excepto la que acaba de escuchar y alguna otra más, pero son pocas.
Si acaso conseguí llamar su atención y sigue mis palabras todavía con cuidado, intentaré no defraudarlo, pues le explicaré el porqué del juego melódico que existe entre las dos palabras.
Seré breve, la razón es porque las estrellas efectivamente son bellas. Y fin.
Seguramente estará defraudado de tan simple respuesta, pero no tengo otra mejor para ofrecerle. Lo que sí puedo explicarle, es el porqué de la belleza de las estrellas.
Seré breve nuevamente, la razón es porque las estrellas están en el cielo. Y fin.
Si acaso usted se está cansando de defraudarse con este texto, le ruego un poco más de paciencia, porque lo que viene seguro le va a interesar y es el porqué las estrellas están en el cielo.
Seré tediosamente breve, la razón es porque son estrellas y las estrellas son bellas. Pero aguarde, no finalizaré tan pronto, no se me ofenda, dulce muchacha. La belleza de las estrellas radica en la dificultad que significan para nosotros, pues están inalcanzables, a millones de años luciérnagas, que son peores que los años luz, porque cuesta un montón encontrar una luciérnaga hoy en día.
Esa distancia entre nosotros y las estrellas, esa dificultad que hay para tenerlas, es lo que las hace bellas, porque están en el cielo, porque son estrellas. Y ahora sí, fin.

Juan, el del mar

La ventana del este que suele mirar al mar
y a la espuma juntarse en la arena
ha empezado a empañarse
por las diferentes temperaturas que hay
dentro y fuera de la casa
y ya apenas puedo verla caminar
con las manos en los bolsillos del saco amarillo
y con su gorro de lana violeta.
Pero sé que por ahí anda
recogiendo caracoles para la entrada
y fumando un poco de su cigarro armado.
El frío ya nos ha alcanzado
y ya la gente desapareció de la playa.
El guiso en la olla comienza a hervirse
y ella se pega la vuelta
al ver mis gestos desde la entrada sin caracoles.
La casa se calienta con la comida
y ya se hace imposible mirar a través de la ventana
pero no significa que no haya nada del otro lado.
Cuando llegue el verano y ella se haya ido
y la temperatura entre adentro y afuera vuelva a diferenciarse
sé que no la volveré a ver
pero serán mis ojos empañados
lo que harán su pequeña despedida.

(sin nombre)

Cuando el tornado se desarmó
y todos los muebles volvieron al suelo
aquellos que no se desarmaron al caer
casualmente fueron los que cargaban las fotos
de los niños que murieron

Validez

En algún momento de mi vida,
mi vida fue otra cosa, otro verbo.
¿Qué sería el regreso sino algo perdido?
Incluso el segundo se moja si toca la orilla.

María, la del mar

Hay canciones que dejan de estar de moda. Sí, se pueden escuchar en privado, pero ya cantarlas en público no, la gente se queja.
María lo sabía y le causaba algo de dolor. Verán, ella tenía una canción muy bonita, que había cantado durante años, pero llegó un momento en que ya nadie quiso escucharla y ella se quedó sola, con una canción que no daba para más.
María debía despertarse cada día y caminar por una ciudad que tarareaba otra melodía y ella tenía que estar de acuerdo con eso. Porque sí. Porque a la gente le molesta las caras tristes, trata de ocultarlas y dejarlas en la oscuridad y ya suficientemente triste era para María escuchar otra canción como para además quedarse excluida de las cosas. Por eso María sonreía, falsamente, pero lo hacía.
Se guardó las noches en su habitación, cuando ni su marido la podía escuchar, para cantar el estribillo de su tema muy bajito, una y otra vez, hasta que se quedaba dormida. Luego se levantaba, fingía que todo estaba bien en el mundo y se iba a vivir esa vida que le gustaba tan poco, en una ciudad que no era la que ella quería.
Pero Buenos Aires es así. Buenos Aires y todos los otros aires del mundo. En ellos viajan distintos sonidos que vienen y se van o que vienen y luego se van. Así son las cosas.
María lo sabía y le causaba mucho dolor. Por eso los domingos se iba temprano al límite de Buenos Aires, ahí donde nacía el mar, saludaba al poeta de las olas y se guardaba esos segundos en los que, entre todas las vidas que caen al mar, quizás encontraba algún mínimo vestigio de su canción, quizás una nota, cantada por otro, como dándole alguna esperanza.
Lo malo es que no son muchas las notas y se mezclan entre otras canciones. María sueña con que su canción volverá a ser escuchada por otros, pero lo que sucede es que se confunde de pertenencias y se aferra a cualquier si, pensando lo que no va a ser.

Vaya uste' a saber

En este pedazo de tierra
Que no es mucho pero es algo
Yo le saco mis acordes
Y uste' se baila la tarde soleada
Uste' me sonríe en la guitarreada

En este pedazo de tierra
Que está vieja pero viva
Yo le canto las canciones
Y uste' da vueltas con alegría
Uste' nos llena de fantasía

Podrá caer el sol otra vez
Y nosotros despedirnos
Pero cuando uste' me baila
Ni lo obvio está asegurado
Y que el mundo seguirá es sólo posible
Porque lo que importa es su sonrisa
¿Y el resto?
¡Vaya uste' a saber!

La guitarra con agua

Parece que no habrá noche para nosotros
Y nos repetiremos los peores datos
Y cuando salgan los niños de la escuela
Estaremos en lados diferentes
Para recibirlos, la guitarra con agua

Si yo fuese un martillo

Si yo fuese un martillo
Rompería tu cabeza
Derribaría tus vidrieras
Y fabricaría con la ruina

Si yo fuese un rayo
Te quemaría el cuerpo
Asesinaría lo que toque
Y le daría energía a los demás

Si yo fuese un árbol
Te observaría todo el tiempo
Te abrigaría de frescura
Y moriría en el silencio

Pero si fuese otros seres
No sería el que siempre seré
Un Gerardo de muertes y alegrías
Y si fuese otro, no podría desearlo
Y así no cabría ser

Cable

No quieren que sigamos con vida. Quieren que sigamos viviendo para ellos. No les interesa que seamos, sino que seamos un logro que se puedan adjudicar. Nuestras hazañas serán las hazañas de "MI novio/amigo/hijo/hermano". Así, pues, seremos siempre una extensión de otro, que no quiere oír nuestra tristeza ni nuestros problemas, sino que quiere que tengamos una sonrisa cuando estemos con él.
No nos quieren con vida. Nos quieren a su lado. Quieren que avancemos sosteniéndolos, escuchando sus inquietudes, ayudándolos a que sean más. No toleran nuestro color, seremos siempre extensión.
Realmente no les interesa que vivamos. No tienen verdadero interés en que seamos felices, en especial si esa felicidad les perjudica a ellos. Así como no aceptan nuestra muerte, tampoco aceptan que los dejemos, si eso nos da felicidad. Odian a la montaña, porque saben que es ahí el lugar a donde escaparíamos. Harán lo posible por tenernos a su lado, escuchando sus historias, eternamente. Seremos siempre su extensión.

Y a tus pies, la mentira

La ciudad se quedó parada y mojada. La noche llegó temprano, aprovechándose de su cualidad de ilusión. Salir a caminar, entonces, era un acto de rebeldía poética, de innecesaria soberbia o de triste obligación. El resto de nosotros, se quedó en casa, mirando la lluvia y escuchando algo de música.
Posiblemente en las calles hubo alguna historia interesante para contar, pero jamás llegará a ser contada, quizás porque el colectivo que tenía que acercarla estaba de paro o porque se aguó toda y murió desarmada.
Así quedó la memoria como única redactora ¿Ha sido posible referirse a alguna otra en otro momento? Todo lo escrito ya ha pasado antes, afuera en la ciudad frenada o adentro en mi imaginación, pero siempre fue codificado por mis capacidades mentales. Al fin y al cabo, todo es producto de mi mente.
De esta forma, afirmar que todo es en esencia, mentira, es tentador, casi obligatorio, pero sería un terrible error negar que toda historia no está basada en hechos reales. Ya sea en el espacio que sea, todo fue ideado en el plano de lo real. Negar nuestros pensamientos o colocarlos en una dimensión diferente es tentador y hasta poético, pero termina siendo innecesario.
Le tengo confianza a mi mente, sé que me puede ofrecer varios disfrutes, pero realmente lamento perderme la fantástica historia de Jorge, caminando por la avenida San Martín.

Reviens, reviens

"Nosotros dos no somos amantes de la vida. Cuidado, tampoco de la muerte. Simplemente no consideramos que la vida sea un regalo, al fin y al cabo, todos estuvimos vivos alguna vez y todos moriremos. Así simplemente no nos preocupamos por esos asuntos. 
Hemos agradecido a la vida por el capricho de nuestros padres, y como buenos hijos que somos, le hemos rezado a todos los dioses y hemos hecho todos los rituales que nos han enseñado de niños. Pero no, nunca nos alegró la llegada al mundo de una nueva persona, ni la partida de otra. Todos estuvimos vivos alguna vez y todos moriremos, es así.
A veces nos quedamos mirando las estrellas y la gente piensa que estamos maravillados por el cosmos o conectando con algún querido que ha muerto, pero esas ideas nos parecen ridículas. Si miramos el cielo es porque estamos acostados y si estamos acostados, es porque estamos cansados, en especial de las ideas ridículas de las personas.
Ustedes sentirán pena por nosotros, creerán que pensamos así por tristeza o algún sentimiento tonto que usted padece y quiere que todos sintamos como lo hacen en su casa. Lo siento, ya se lo dije, a nosotros no nos atrapa la vida, pero tampoco la muerte. Todo es momentáneo y sabiéndolo hemos llegado más lejos que todos ustedes, pero sus ojos jamás lo entenderán."

Guantes

Se podrá mentir, se podrán poner todas las copas debajo de la cama y hasta saltar sobre las cartas viejas para que no se vean. Siempre serán una opción las máscaras, las capuchas y los lentes de sol, pero en la capacidad de elegir es en donde nosotros somos más los seres que somos nosotros, y no otros.
Así será. Los cuentos seguirán, también las canciones y las fotografías. Todas esas cosas que usamos para disimular estarán ahí, siendo viables, ¿y qué?

Resolvencia

Caro se levantó con una sensación rara ese día, sentía que algo le faltaba. Salió de su departamento y saludó, como todos los días, al encargado. Hizo la cola del colectivo, se subió a éste, se quedó apretada entre tantas personas y se bajó en Caballito. Fue a su trabajo, se quedó ahí nueve horas y luego volvió a su casa. Todo como todos los días, pero no era lo mismo. No había sentido interés por las palabras de su encargado, le había molestado la fila del colectivo y que tanta gente esté arriba, se ofendió con Esteban que no tenía listos los informes y volvió cansada a su casa.
Caro no suele ser así, ella es de las chicas que canta con los auriculares puestos y siempre tiene una sonrisa para las personas en la calle, pero algo había cambiado.
Al otro día le sucedió lo mismo. Cuando estaba en el colectivo y vio a una señora acercarse, cerró los ojos, como fingiendo estar dormida. Al siguiente pasó de largo, sin saludar al encargado del edificio. Al otro inventó una excusa para no ver a sus padres y así.
Se juntó con sus amigas una tarde y lo lamentó a los cinco minutos. Nada de lo que ellas decían le parecía interesante y ella notaba que los chistes que intentaba hacer sonaban hirientes o soberbios. Simuló tener algo que hacer para retirarse antes.
Caro dejó de escuchar música, de prestarle importancia a las historias de los demás, de interesarle contar la suya propia incluso. Pasaba los días acostada en la cama con su computadora, mirando videos. Su mejor amiga se empezó a preocupar y arregló con sus padres para que la lleven a un doctor. Así fue que ella, de mala gana, visitó a varios doctores que no le encontraban nada extraño. Probaron con toda clase de profesionales y ninguno creía que Caro tuviese algo de lo que habría que preocuparse. Desesperados empezaron a probar con psicólogos de medicina alternativa, grupos budistas y hasta brujas. Nadie supo la respuesta, hasta que un día, mientras caminaba por una plaza, un nene le dijo a su mamá: "Mirá, esa chica no tiene amor".
Ahora hay dos finales, dependiendo de su forma de ver el mundo:

El primer final
Caro miró al nene un rato y siguió caminando. A pesar de que su entorno estaba preocupado, ella cada día que pasaba consideraba menos que los cambios fuesen reales. Cada día le costaba más despertarse, lo hacía de mal humor, se quedaba mirando televisión en la casa, jamás leía un libro y se quejaba de la situación de su país. Poco a poco ella se fue armonizando con un lugar donde el gris es el color predilecto y donde la gente siempre tiene prisa y siente que todo es culpa de otro.

El segundo final
Caro miró al nene un rato y corrió hacia su casa. Llegó a su habitación y empezó a revolver todo el placard para encontrar la caja donde debería estar su amor, pero no la encontraba. Hacía años que lo había guardado y jamás le había pasado algo. Caro se fijó en el comedor, en la alacena de la cocina y en los estantes detrás del espejo del baño. Nada. Se sintió desesperada, corrió a buscar una vieja agenda y telefoneó a sus ex novios a ver si alguno lo tenía, pero no fue así. Salió a la calle, corrió sin dirección, por el simple descontrol, cruzó la avenida y no vio la luz verde. Un auto pisó a Caro y la dejó tendida en el suelo. Caro se quedó mirando el cielo y le dijo a una nube: "Por favor, no dejes que me muera sin amar a nadie".

Si elige el segundo final, usted es un pelotudo.

Yo, toda la distancia y vos

Yo
y después todos los problemas que hay en el mundo de hoy,
todas las buenas canciones que se hacen
y todos los efectos personales
que son eso, efectos.

Yo
y después toda la belleza que ofrecen las cosas todas,
todo el fracaso que busca atarse a alguien
y todo el viento que pasea por los cuerpos.

Yo, toda la distancia y vos,
aunque parezca pensado de manera incorrecta.

Yo primero, porque de mí estoy seguro,
vos después, que si estás, estás demasiado lejos,
allá donde la distancia encomilla las cuestiones y hace desconfiar a lo todo.
Vos terminás sintácticamente mal,
que es lo mismo que decir que este planteamiento es una mentira,
¿pero acaso no lo son todos los poemas?

Conchas peludas

Yo vengo de un mundo gobernado por hombres. Posiblemente ésto siga así toda la vida, es lo más seguro. A veces me equivoco, pienso que fue una injusticia que se gestó en cinco minutos, culpo a la sociedad capitalista, pero ésto viene del inicio de los tiempos, desarrollándose. Viene de nuestros antepasados, viene incluso de los animales de los que hemos evolucionado. 
El concepto de lo justo y lo injusto me perseguirá por el resto de mi vida y moriré sin saber las respuestas, refugiándome en el absurdo, pero a veces me resisto a pensar que el dolor que siento no tiene importancia. Me resisto a pensar que el dolor de mis pares es vulgar y me resisto a ver las sombras rojas, ya sean líquidas o de mil grados.
Quiero escribir muchas cosas, pero temo perder el supuesto hilo conductor. Deberé pedir perdón de antemano, como si la palabra le ganase a lo demás. Nosotros nos damos cuenta cien perdones tarde, cuando ya nada se puede revertir ¿Será problema de los oídos? Jamás sabré cuántos perdones han aguantado en el silencio, jamás seré capaz de reconocer una ínfima acción en la cinta magnética que llevan.
Desarmado, ¿qué otra cosa nos queda más que la retirada? Tanta guerra hay en nuestros genes que ni acercarnos a dar una caricia podemos, si terminaremos lastimando; lastimando a esos ojos que ya no aguantan más.
Si acaso no fue suerte lo que nos coloca en estos días, sino el elemento más importante, la fuerza, significaría un error el considerar a ambos sexos igual de fuertes. Pero las reglas con las que nos hemos medido desde el inicio están gastadas, ya son obsoletas. La culpa de los seres modernos no es suprimir y cosificar a la mujer, sino olvidar la capacidad que tiene de terminar con ese estilo de vida. Por supuesto que la diferencia de género viene de nuestra naturaleza más primitiva, lejos de cualquier prejuicio contemporáneo, que no es acto consciente, sino instinto arraigado, pero es una vergüenza mantener a la mente en el piloto automático por el resto de nuestra existencia.
Las eras han exigido cambios y han permitido libertades. Las luchas frenéticas han causado muertes y los tiempos en reposo también. El río debe fluir, al igual que las personas, ¿pero acaso no hemos debido limitar ciertos actos que consideramos excesivos alguna vez? Y sólo fueron una arbitrariedad, que se ha modificado con todos los tipos de lunas que han existido.
Los seres desean ser felices, desean ser vistos como buena gente pero les molesta que les exijan más de lo que está en su pequeño radio de alcance. Por eso pide la libertad y rechaza los cambios, no porque no los considere necesarios, sino porque se siente cómodo en el reposo.
Los fundamentalismos estarán siempre mal, los ríos deben fluir. Las luchas frenéticas serán siempre contra seres, pero serán realizadas por otros seres ¿qué les hace creer que poseen la verdad? ¿Qué decreto divino les dio la fuerza para fertilizar la tierra con sangre?
Pero los días ya piden revisar el decreto de las cosas. Ya han pasado suficientes tormentas, seguramente pasarán más.
No soy mujer y jamás seré madre. No todas las mujeres lo serán ni deberán serlo, pero definitivamente yo jamás podré. Jamás viviré un momento en el que durante las veinticuatro horas del día, estaré acompañado, sin importar qué suceda, habrá otro ser junto a mí. Jamás seré una mujer que lleve adentro vida. Soy hombre y cargo muerte. Soy hombre y soy más fuerte que una mujer con la misma historia que yo. Así será siempre, de otra forma temeré. De otra forma inventaré la forma de apagarte. Te daré sentido en la belleza externa, te depilaré y te pondré tacos, aunque yo jamás haga esas cosas. Te exigiré que seas siempre linda, que cuides de mi casa y que me hagas sentir importante. Cargarás mis hijos y los deberás cuidar, así me aseguraré de que no ganarás lo mismo que yo. Me serás fiel, jamás me abandonarás. Pobre de vos si así no fuese. Me encargaré de que sea así: pobre de vos.
Suena fuerte, pero no te asustés, no será un golpe tan rápido, no serán cinco minutos de injusticia. Te criaré como princesa, encerrada en tu torre, esperando que un hombre te rescate. Te compraré juegos de cocina, muñecas delgadas y bebés de juguete para que vayas aprendiendo. Crecerás ya programada y naturalizarás mis atropellos, me dejarás fluir como un río.
Así serán tus días y sonreirás cada ocho de marzo, cuando yo te escriba un mensaje deseándote feliz día.

La Tierra es plana

Una vez leí un artículo que decía que la Tierra era plana. Que en el centro se encontraba el Polo Norte y que el Polo Sur era un muro que rodeaba los extremos del planeta con forma de plato. Decía además que el sol y la luna eran cuerpos extremadamente diminutos, del tamaño de Uruguay, quizás, que giraban sobre la Tierra a una pequeña distancia. También hablaba del resto del espacio, simple decorado de nuestro hogar.
Jamás le di importancia al texto, era uno más de esos que suelen hablar de las conspiraciones de la ciencia y de los grandes poderes políticos. Me resultaba cómico que se volviese a la idea de que todo giraba en torno a nosotros y aquella vieja creencia de que el mundo era un lugar llano.
Imagine vivir en un lugar plano, en un lugar donde usted es lo más importante, que el resto de los espacios en el espacio no tienen espacio en el espacio de la importancia. Imagine qué extraño sería eso y se estará imaginando ser un personaje literario. Sólo así podría considerar la teoría.

Miniatura

Pequeña miniatura del día,
te vas a ir como todas las cosas
y no puedo ocultarlo,
me golpeará el corazón.
Quizás te sonría para taparlo,
quizás te diga que así es la vida,
que todos debemos separarnos
pero en realidad no querré que sea así.

Pequeña miniatura del día,
te queda tan poco en este momento,
sé que sonará un poco infantil
pero ojalá las cosas no terminasen tan pronto.
Si lo supieras te burlarías,
harías algo para que yo sonría
para que yo me olvide de todo un rato
y cuando me quede dormido a tus pies,
seguramente ahí aprovecharías para irte,
para no tener que aguantarme a mí llorando.

Sí, así será.

Del otro lado de las montañas

En mi pueblo hay una regla: no cruzar el cordón montañoso. Nunca supe bien cuál era la razón. Los viejos del sur decían que del otro lado, las estrellas se caían con mayor frecuencia y mataban a todo aquel que caminase por allí; los del norte no culpaban al cielo, sino que decían que del otro lado habían seres oscuros, hechiceros verborrágicos, que confundían a sus víctimas para robarles la piel. En los libros decían otras cosas, que variaban del año de la edición o de la traducción utilizada. Lo cierto es que durante años, la gente de mi pueblo aprendió a temer a esa regla, sin siquiera saber cuál era el verdadero motivo.
Nunca recordaré qué día fue, es la parte mala de no conocer lo que sucederá con el correr de las horas, pero estoy seguro de que no estaba lloviendo y que había mucho viento. Yo me había levantado sin ganas de ir a ver a mi profesor para mi lección de cacería y decidí esconderme en el bosque, para que nadie me molestase durante algunas horas. El olor de las hojas no era fuerte, por eso puedo asegurar de que ese día no llovió, pero las raíces crujían, como si se fuesen a desprender de la tierra. Quizás eso sucedió, porque a pesar de pasar muchas tardes en ese lugar, en un momento me encontré perdido. Caminé intentando identificar una gran roca o un tronco viejo, pero nada me era familiar. A lo lejos, escuché a unos caballos relinchar y luego pasar corriendo al lado mío, en dirección contraria a la que yo estaba tomando.
Me es imposible mentir, estaba asustado. Pero mi miedo no se comparó al que tuve unos minutos más tarde, cuando la vi tirada en el suelo. Reconocía su forma por los dibujos en los libros viejos, una figura pálida de manos y pies alargados. Era un ser del otro lado de las montañas. Quise correr, huir de ese lugar, pero mis pies no reaccionaban, yo apenas era un niño y ese ser se veía mucho mayor que yo, no tendría oportunidad de sobrevivir si me atacaba.
Lentamente, conseguí que mis pies se arrastraran hacia atrás y me empecé a alejar, pero me tropecé con una raíz y me golpeé la cabeza. El ser escuchó el ruido y dio un grito. Mis ojos empezaron a llorar, supuse que empezaría a embrujarme, pero no fue así. El ser volvió a gritar y lo hizo una vez más. Cuando comprendí que no era ninguna clase de magia, sino que estaba pidiendo ayuda mi cuerpo se calmó un poco. Las rodillas me seguían temblando, pero pude ponerme de pie e intenté observar lo que sucedía: el ser estaba herido. Un corte en el abdomen era lo que lo había dejado tumbado, casi en un estado terminal.
Tampoco puedo mentir acá, pensé en aprovechar la situación y huir. Pero lo cierto es que no pude. El ser volvió a pedirme ayuda en un idioma que yo no lograba entender, que sólo lo identificaba con ruidos y yo no pude dejarlo así. Lentamente me acerqué, primero con miedo, luego con simple cautela. Cuando me acerqué considerablemente descubrí que era una mujer. Ella me miró y en su cara no había miedo hacia mí persona, pero no puedo afirmar que no lo hubiese hacia alguien más. Me senté a su lado y quise poner mis manos sobre su herida, pero ella me las corrió con violencia. Quise explicarle que mi profesor me había enseñado técnicas de curación, pero no hablábamos el mismo idioma, aunque si no hacía algo, moriría ahí y no lo podía permitir. A pesar de su rechazo, saqué de mi bolsa unas hiervas, hilo y aguja y comencé a sanarla. Ella miraba con desconfianza, pero cuando vio mis intenciones se tranquilizó un poco. Para cuando había terminado, ella se había quedado dormida en el suelo.
Despertó una hora más tarde y se sentó al lado mío, intentamos comunicarnos y nos fue difícil al principio, pero luego descubrimos una gran cantidad de palabras que la gente ya no usa, pero que teníamos en común, así que lo conseguimos. Con cierta rusticidad me contó sobre su vida del otro lado de las montañas y yo hice lo mismo. Supe de su fascinación por el cosmos, por el mar y las plantas. Me contó que su pueblo era recolector de vegetales y por eso sus manos eran tan largas y yo le dije que nosotros cazábamos y por eso siempre teníamos miedo y moríamos jóvenes.
Lo malo de no saber qué pasará con el correr de las horas es que no te podés preparar. De haber sabido que quienes la habían lastimado eran cazadores de mi pueblo, que me habían visto a mí meterme en el bosque y que habían usado a nuestros tigres de caza para seguir mi rastro y "protegerme", no nos hubiesen encontrado tan fácilmente. Por suerte mi profesor me enseñó a trabajar mi oído y pude escucharlos en la distancia y advertirle a ella para que huyera del lugar, así que cuando llegaron, sólo me encontraron a mí, que fingí no haber visto nada.
En esta parte tampoco puedo mentir, no la volví a ver. La mujer desapareció entre los bosques y supuse que había vuelto a su lado de las montañas. Hoy ya soy un hombre mayor, o por lo menos lo que la gente de mi pueblo llama así, ya han pasado muchos años desde que sucedió ese encuentro. La mujer seguramente ya ha pasado a mejor vida, pero todas las noches me pongo a mirar las estrellas, pensando que quizás ella está haciendo lo mismo en este momento.

Flores para la Jenny

Me gusta regalarle flores a la Jenny, como que se pone de buen humor. Pobre, está todo el día cuidando a sus hijos y los tiene que llevar a todos lados, así que cuando me sobra alguna moneda, le compro una rosa y se la llevo. Total no están tan caras y esa plata me la terminaría gastando en alguna tontería.
A veces no están las que le gustan a ella y yo me pongo de mal humor. Termino comprándole un chocolate, pero no es lo mismo, se le nota en la cara. A ella le gusta ir caminando con ella en una mano y en la otra los cuatro pibes que tiene. Después, cuando llega a casa cansada, la pone en un vaso con agua hasta lo que dure.
A mí las flores no me gustan, tenés que regarlas, ponerlas al sol y ese tipo de cosas. Lo que me gusta es la iluminación en los ojos de la Jenny. Ella sabe que cada vez que le mando un mensaje para preguntarle si va a pasar por el laburo es porque le acabo de comprar una, pero no le importa, siempre las recibe con mucha alegría y eso justifica cualquier gastada que me hacen los viejos del playón.
Pobre, tantos tipos la han boludeado tanto. Si te digo, cada pibe suyo es de un loco diferente. Por eso no confía en nadie, no es conmigo la cosa, ya me lo ha dicho. Y a mí ni me calientan los enanos, me llevo bien, pero igual, ella prefiere estar sola y bueno, está bien. Mientras me siga sonriendo cada vez que le doy una de sus flores, a mí me basta.

¿Vieron?

Negro, bota, calle y centro.
Palabra, sabor y público.
Lengua y esquina.
Sol, oscuridad, público y sabor.
Túnel, sabor, gente y saltos.
Túnel y esquina.
Adios.

Sin título

Mil nueve noventa y siete,
año del niño y de la lluvia:
Es verdad,
ya no nos queríamos como antes,
pero cuando la tormenta amenaza
casi no hay tiempo para despedidas.
El abrazo resultaba más fácil,
de vez en cuando un roce sugestivo,
pero qué lejos que estaban esos pibes que se acercaban con miedo,
dudando cada beso.
Al final, terminamos atados,
odiando esas sombras que tanto conocíamos.