sábado, 28 de septiembre de 2013

Un pésimo poema que da un buen título.

Estoy seguro que se entiende lo que digo.
Al final no he sido tan problemático para la lectura
-he fallado en eso-.
Estoy seguro que mi mensaje ha sido claro,
que mi palabra se grabó bien.
Y aún así, sé que fracasé,
quizás por mi sencillez
quizás porque no era mi tiempo.

viernes, 27 de septiembre de 2013

El necesariamente tedioso ejercicio de ser puente

De mí se puede decir que estoy estancado en la melosidad, en el amor de pibes y en esas cosas. Lo cierto es que personalmente estoy bastante desapegado a todo tipo de romance sincero, por lo menos del convencional del que suelo escribir. Críticas a las personas que vivimos en el mundo y a la vida misma siempre hago; y textos suicidas y desgarradores, ya he escrito demasiados. Entonces realmente no me siento en una obligación de escribir algo que no sea lo que se me ocurre y tampoco me siento en la obligación de sentir verdaderamente lo que escribo. En otras palabras, sí, estoy escribiendo cosas cursis, pero es lo que me está naciendo, qué querés que le haga. Más aún, qué querés que haga cuando me cuentan en primera persona la historia de una pareja colombiana que luego de 6 meses de noviazgo se vinieron a vivir a Argentina juntos, solos y toda la cosa, es casi obvio que voy a escribir sobre eso.
Hay demasiada bronca allá afuera y si mi misión es ser la fuente de inspiración del revolucionario que cambie el mundo, obviamente le voy a dar cosas ñoñas para que se vaya a dormir tranquilo.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

No tengo ni idea qué quise decir.

No importa dónde lo leí o lo escuché, lo que importa es que lo hice y el hacerlo requirió de un origen, lo que significa que alguien, no importa quién o cuándo lo dijo ¿Que qué dijo? Era lo siguiente: "No se hace buena literatura con buenas intenciones o buenos sentimientos". Y tiene razón. O quizás no, pero para no tener razón debió haberla tenido en algún momento.
El secreto se esconde en el dibujo que usted hace cuando está aburrido en clase. Verá, mi amado colega, en la mayoría de los dibujos que usted hace mientras se aburre, hace personas, plantas u otros objetos, bastante caricaturizados. No es mi intención caer en las obviedades más obvias dentro de lo obvio, pero necesito hacerlo, para que entienda mejor, para que mi mensaje le llegue más claro o para que este texto valga un poco la pena. Verá, mi amado colega, si usted quiere hacer su dibujo más realista, ¿qué hace? Vamos, diga una, cualquiera, ¡sí! ¡Esa! Le agrega sombras (sé que no lo dijo, pero yo lo llevo para donde quiero, sino, ¿para qué serviría el papel de escritor el de lector?) Agarre el dibujo que hizo de ese peón de ajedrez, o de ese zombie, o de esa familia del principe Felipe IV, y empiece a poner sombras y verá cómo su dibujo va perdiendo esa arbitrariedad y se hacer a la cosa en sí.
Obvio, Platón nos va a cagar a pedos, a usted, mi amado colega y a mí, pero bueno.
Puede decir que también debería dibujar las luces para llegar a un realismo mayor en su dibujo, pero sería redundante. Esto es así y se trasluce del concepto de sombra, que es la ausencia de luz, lo que deja al descubierto que antes de todo, sólo había luz. Por algo las hojas son blancas, pues el blanco es la mejor manera de captar la luminosidad, que es el estado inicial de todas las cosas, pero esto ya fue hablado en otro cuento que puede buscar en este rincón de tanta calidad literaria como la que hay en el reverso de los boletos de colectivo.
Creyendo que usted, mi amado colega, es un ser inteligente y acepta todo lo que yo le digo, podemos cerrar el tema del dibujo. Simple, quiere darle realismo a su dibujito en su cuadernillo, póngale sombras.
Pero hasta ahora no hemos abordado el tema que nos interesa, que es el de hacer buena literatura. No obstante, creo que ya lo está viendo venir. Si usted quiere escribir algo de buena calidad, no puede tener buenos sentimientos, debe agregarle las sombras, pues eso le dará el realismo que necesita para crear algo óptimo.
Creyendo que usted sigue siendo inteligente, mi amado colega, no criticará lo escrito alegando que el realismo no es buena literatura, que es de los que prefiere al realismo fantástico o incluso más, que la gran literatura se encuentra en el surrealismo. De estar en este punto, comprenderé su enojo sólo y sólo si usted no ha leído nada de lo que yo escribo -lo que debe ser un alivio- o si se salteó el párrafo donde se habla del concepto de la sombra. Cualquier surrealismo, irrealismo o pararrealismo -por escupir géneros casi metódicamente- parte de la raíz morfológica que se ve a claras de huevo batido con un poco de azucar y colocadas sobre la masa y al horno cuarenta minutos. Uno necesita de las reglas para poder romperlas, por eso debe respetarlas y comprenderlas completamente.
¿A qué quiero llegar con todo esto? No tengo ni idea, ni siquiera tengo un chiste para cerrar el tema o algo así, pero bueno, ya lo sabe, si quiere escribir algo bueno, le pone sombras y listo.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Los ojos de la lluvia.

"Dicen que la belleza fue capitalizada por los ojos y casi que tienen razón.
Sucede que ningún otro sentido capta mejor las cosas que dan placer. O lo hacen, pero no le llamamos belleza a esas. Por ejemplo, algo que gusta al gusto, valga la redundancia, es rico, pero no bello.
Entonces, ¿por qué los ojos? No tengo ni idea, pero si se fijan bien, las personas más superficiales le dan más énfasis a los ojos a la hora de dibujar."

-¿Eso sólo?
-Sí, pensé que tenía material para más, pero me lo olvidé.
-Ah. Dijiste al principio que casi tienen razón los que dicen que la belleza sólo pasa por los ojos.
-Ah, sí.
-¿No lo vas a explicar?
-Hay que ser medio pelotudo para no entenderlo.
-O lo dejás incompleto para poder retomarlo en otro momento.
-Capaz.
-O no lo ponés para no venderte tanto.
-Sos un boludo bárbaro.
-Capaz.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Crónicas porteñas

Adoro meterme en las calles chiquitas de Buenos Aires y perderme por ahí. No sé si es algo que pueden disfrutar los que nacieron acá, no sé si pueden hacerlo los que son de otra parte, si es algo mío o de un pequeño grupo, no lo sé, puede ser una característica muy común y no especialmente mía, pero no importa, porque este relato no trata realmente de mí, sino de las cosas que se esconden en esta ciudad.
Hoy, todo hoy o casi todo hoy, la lluvia estaba en el umbral del comentario y el viento justificaba esos abrigos lindos que gusta vestir. No es significativo el por qué yo tenía ese rato libre que tuve para salir a pasear, pero lo tuve y lo aproveché para perderme por Palermo.
¿Acaso existe pérdida si ésta está planeada? Creo que nos consideramos perdidos sólo si queremos encontrarnos en tiempo y espacio, pero si realmente queremos desprendernos del norte, el sur y el "a cuatro cuadras está Scalabrini Ortiz", no debemos estar perdidos.
Quien me conoce (¿queda alguien que tenga esa desgraciada cualidad?) sabe que la principal razón por la que no me gusta La Plata es la que me une a Buenos Aires de una forma que ningún otro lugar ha logrado hacer. Una ciudad creada antes de que llegue la gente, que fue planeada, ¿qué sorpresas puede dar una ciudad preestablecida? Creo que ninguna. En Buenos Aires pasa lo contrario, pues nunca sabés hacia dónde va esa calle, si se dobla, si se pone angosta o si se corta. Una ciudad que se sigue creando en cantidad deja rincones ocultos, de esos que sólo encontrás cuando no los estás buscando, cuando estás perdido o cuando te desconocés de las señales y las ubicaciones.
Entonces las calles de Palermo, la inminente lluvia ausente y los abrigos negros de gamuza. Y yo, que no soy importante, pero se necesita alguien que encuentre los edificios, los cruces y las pequeñas librerías viejas y hoy me tocó a mí.
Obvio que "encontrar" es una palabra con trampa, porque encontrar algo implica haberlo buscado y buscar algo, cuando no tenemos direcciones, nos hace estar perdidos, pero si estamos en esta condición a propósito, entonces no lo estamos realmente, entonces no podemos buscar nada, porque quisimos desprendernos de todo y no podemos encontrar nada si no lo estamos buscando, ¿no? Entonces no sé cómo se dice a lo que me pasó a mí, cuando estuve frente a frente con una pequeña librería oculta entre lo persistente. Es verdad que yo tengo esa manía de comprar libros y libros que nunca leo, porque siempre repito los mismos cuatro y cinco (libros que no es necesario nombrar, están muy presentes en mi obvia forma de escribir), pero no es algo que pueda controlar (sino no sería manía, claro).
La ilusión de encontrar un local que tenga una copia de Artaud sin saber lo que posee, o de tener una primera edición de algún libro de Borges, o de encontrar unas botas beatles, o de algo por el estilo siempre está, debe estarlo siempre, pues es lo que me incita a tirarme de lleno en el mapa, a maravillarme con la riqueza arquitectónica y a enredarme de sonrisas de emoción. Sí, leyó bien.

martes, 3 de septiembre de 2013

Cuentos tan ficticios que enamoran si se vuelven realidad.

Salí de la facultad hoy y me fui a tomar el 168. Me subí, atrás no había nadie así que fui a sentarme allá, contra la ventana del lado de las puertas. Agarré y prendí la radio de mi celular, la Nacional Clásica. Luego saqué mi cuaderno de cuentos y me puse a escribir esto:
Existe, yo sé que existe en toda trama un intento de resolver las cosas de un modo tal que la poesía arranque los mejores trazos. Sino, la mirada del diablo, el defenderse de la mente como consigna obvia, en el peor sentido de la palabra. De todos modos, la explosión como necesidad fecundante de toda historia, siempre. La guerra, ya no como acto de muerte, sino todo lo contrario. Pues hacerse tácito resultaría sí, la muerte, el silencio. Por eso, para toda historia es necesario rescatar tal conducta abstracta de generar violencia, de cualquier forma, para regresar victorioso pero herido ¿y es que qué otra cosa es una herida sino una cualidad que se nos agrega a nosotros? Eso es, un regreso poético.
Mientras escribía, el bondi se iba llenando, y atrás sólo quedaba un lugar al lado mío, en el que se sentó una chica que me vio escribir esto y otras cosas simples. Al cabo de un rato, el bondi se entró a vaciar, pero ella seguía al lado mío, mirando de reojo qué escribía.
Llegó el momento, obvio, en el que ella se paró para bajarse y yo arranqué un papel de mi cuaderno, le escribí un poema, lo doblé y antes de que se baje se lo entregué. Ella me miró con una sonrisa muy linda y bajó.
Obvio, el contenido de ese poema es secreto, pero te puedo jurar por la vida de mi madre que fue así, totalmente real. Hermoso.

domingo, 1 de septiembre de 2013

¿Por qué Septiembre?

Porque sí, no rompás las pelotas ¿Argumento insuficiente? Bueno, vamos de nuevo.
¿Por qué Septiembre? ¿Por qué, qué? Por qué Septiembre es el mejor mes de año. Y sí, Septiembre con mayúscula, porque las cosas lindas se ponen con mayúscula o al menos eso dice gerardo, ja.
Vamos a empezar con una anécdota propia. Una de mis tantas relaciones (sí, yo tuve miles, sólo que las escondo bien) comenzó un 28 de Abril, o sea, en los últimos días del mes. Como todas las relaciones, ese primer mes fue muy bueno, no habían peleas y nos encontrábamos inmersos en lo que se conoce como la "etapa de Luna de Miel". Al cabo de un tiempo caímos a la realidad y comenzaron las típicas peleas que existen. Herida, mi pareja siempre ponía frases recordando el bello primer mes, pero lo recordaba como el mes de Abril, ¡Cuando sólo habíamos vivido 2 días de ese mes! Creo que nunca me animé a señalarle el error, quizás porque no quería arruinar su ilusión o quizás porque en el fondo sabía que algo de razón tenía.
¿Por qué? A Septiembre se lo conoce por el mes de la primavera, y sólo tenemos 8 días de ella en este mes, el resto, la gran mayoría, es invierno. Lógica y vivencialmente, Octubre es el mes de la primavera, y pongo vivencialmente, pues puedo dar fe de que eso es cierto: en Octubre todo es más hermoso.
Entonces, ¿por qué Septiembre? (esto se va pareciendo a otro texto que hice hace unos meses, jajaja). Bueno, porque el primer paso es el very grosso.
Obvio, todos disfrutamos de la vie en rose, pero casi nadie recuerda todos los cadáveres que permitieron que estemos acá, llenos de piononos de dulce de leche y conitos de Havana. Diré lo obvio, pero a la hora de manejar, lo que cuesta es meter la primera y estacionar, pero cuando estás andando, eso es lo fácil.
Por eso Septiembre es hermoso, porque no tiene nada de primavera y a la vez lo tiene todo, ya que es la semilla, la que corta de un saque el invierno lindo de ropa pero malo de noticias. Por eso todos los meses tienen envidia de él, por su fuerza, su valentía y su belleza. Pues no hay cosa más linda, que iniciar la vida.

Por eso y porque en Septiembre cumple años el mejor escritor del siglo XXI, tenemos que celebrar ¡Viva Vera!