martes, 19 de marzo de 2013

Calambres en el alma.

-Sé que me va a reventar las pelotas, sé cómo va a maniobrar y que me va a quemar los pelos, así que voy a serle directo.
-Adelante.
-Voy a contarle yo mis problemas y no esperar a que usted trate de descifrarlos de manera arrogante esperando que yo lo alabe por cosas que ya se pero valen más si salen de la boca de otros.
-¿Me permite hacerle una pregunta?
-No. Sé lo que me va a preguntar y la respuesta es por imposición. Recuerde, si sigue su método establecido como las telenovelas, para atraparme y así seguir viniendo sesión tras sesión le va a ir mal. Ahora se va a quedar quieto y me va a escuchar. Son varios los problemas que tengo, pero en esta oportunidad solo le diré algunos. Arranquemos con que todo me llega antes de estar preparado y definitivamente me tumba. También que me cuesta muchísimo mantener el equilibrio cuando las cosas andan bien. No sé si quedarme en el molde o actuar ferozmente. Y el peor de los problemas es que he llegado al punto de fastidiar a todos mis seres amados al punto del que ya no quieren oír mis penas.
-Lo que nos trae hasta aquí.
-Correcto.
-¿Qué tan consciente es usted de que soy parte de su mente?
-Lo suficiente como para poder tratarlo como lo vengo haciendo desde hace un rato.
-¿Quiere un consejo? Pues definitivamente este texto es para que alguien, en cualquier parte del mundo venga a su socorro.
-Bueno, dele.
-Váyase a leer un poco y vuelva recién cuando tenga una historia que valga la pena leer.
-Lo detesto.
-SE detesta.

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