miércoles, 25 de septiembre de 2013

No tengo ni idea qué quise decir.

No importa dónde lo leí o lo escuché, lo que importa es que lo hice y el hacerlo requirió de un origen, lo que significa que alguien, no importa quién o cuándo lo dijo ¿Que qué dijo? Era lo siguiente: "No se hace buena literatura con buenas intenciones o buenos sentimientos". Y tiene razón. O quizás no, pero para no tener razón debió haberla tenido en algún momento.
El secreto se esconde en el dibujo que usted hace cuando está aburrido en clase. Verá, mi amado colega, en la mayoría de los dibujos que usted hace mientras se aburre, hace personas, plantas u otros objetos, bastante caricaturizados. No es mi intención caer en las obviedades más obvias dentro de lo obvio, pero necesito hacerlo, para que entienda mejor, para que mi mensaje le llegue más claro o para que este texto valga un poco la pena. Verá, mi amado colega, si usted quiere hacer su dibujo más realista, ¿qué hace? Vamos, diga una, cualquiera, ¡sí! ¡Esa! Le agrega sombras (sé que no lo dijo, pero yo lo llevo para donde quiero, sino, ¿para qué serviría el papel de escritor el de lector?) Agarre el dibujo que hizo de ese peón de ajedrez, o de ese zombie, o de esa familia del principe Felipe IV, y empiece a poner sombras y verá cómo su dibujo va perdiendo esa arbitrariedad y se hacer a la cosa en sí.
Obvio, Platón nos va a cagar a pedos, a usted, mi amado colega y a mí, pero bueno.
Puede decir que también debería dibujar las luces para llegar a un realismo mayor en su dibujo, pero sería redundante. Esto es así y se trasluce del concepto de sombra, que es la ausencia de luz, lo que deja al descubierto que antes de todo, sólo había luz. Por algo las hojas son blancas, pues el blanco es la mejor manera de captar la luminosidad, que es el estado inicial de todas las cosas, pero esto ya fue hablado en otro cuento que puede buscar en este rincón de tanta calidad literaria como la que hay en el reverso de los boletos de colectivo.
Creyendo que usted, mi amado colega, es un ser inteligente y acepta todo lo que yo le digo, podemos cerrar el tema del dibujo. Simple, quiere darle realismo a su dibujito en su cuadernillo, póngale sombras.
Pero hasta ahora no hemos abordado el tema que nos interesa, que es el de hacer buena literatura. No obstante, creo que ya lo está viendo venir. Si usted quiere escribir algo de buena calidad, no puede tener buenos sentimientos, debe agregarle las sombras, pues eso le dará el realismo que necesita para crear algo óptimo.
Creyendo que usted sigue siendo inteligente, mi amado colega, no criticará lo escrito alegando que el realismo no es buena literatura, que es de los que prefiere al realismo fantástico o incluso más, que la gran literatura se encuentra en el surrealismo. De estar en este punto, comprenderé su enojo sólo y sólo si usted no ha leído nada de lo que yo escribo -lo que debe ser un alivio- o si se salteó el párrafo donde se habla del concepto de la sombra. Cualquier surrealismo, irrealismo o pararrealismo -por escupir géneros casi metódicamente- parte de la raíz morfológica que se ve a claras de huevo batido con un poco de azucar y colocadas sobre la masa y al horno cuarenta minutos. Uno necesita de las reglas para poder romperlas, por eso debe respetarlas y comprenderlas completamente.
¿A qué quiero llegar con todo esto? No tengo ni idea, ni siquiera tengo un chiste para cerrar el tema o algo así, pero bueno, ya lo sabe, si quiere escribir algo bueno, le pone sombras y listo.

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