lunes, 25 de octubre de 2010

Dicen que lo que vivo son amores imposibles. Lo dicen bromeando, serios, mientras me ven feliz y mientras estoy llorando. Desde ya que no les presto mis oídos ¿amores imposibles? ¡Eso si que es imposible! Yo solo tengo un amor. Si es o no imposible, ese es otro tema.

Te veo y las esquinas de mis labios tocan mis lóbulos. Te veo y mi sopapa roja sin palo parece ser un bombo con doble pedal, implementado por un baterista de Heavy Metal. Te veo y el vello de mis flacos brazos le levantan, atentos, ante inmensa llegada. Te veo y sé detener el tiempo, lo suficiente como para besarte la boca, el cuello, quitarte la ropa, besar el resto, acariciarte y volverte a vestir. Te veo y todas las preguntas tienen una sola respuesta: No lo sé, solo sé que me la quiero llevar a pasear por orquídeas y lirios y despojarla de saliva, prendas y penas.

Hace tiempo que necesito volver a verte con toda mi pasión, aunque deba controlarme. Ojala fuese un gran besador o un apuesto serafinado muchacho. De esta manera, al solo verte desearías regresar conmigo y al solo besarte confirmarías tu regreso. Pero no lo soy, tengo que conformarme con verte, limitarme a dos abrazos y a dos besos en la mejilla. Si es que queres verme.

Hoy volvía a casa y vi a una mujer idéntica a tu madre. Durante todo el trayecto imagine que hablábamos sobre vos, hasta que me invitaba a tomar un café al ver la pena en mis ojos, y ahí, yo le tiraba un arsenal de razones por las cuales yo quería estar con vos, y lo que sentía no es obsesión. Miles de razones, que bien se hubieran podido simplificar con una sola: Es mi Alma Gemela.

Ojala fuese un buen poeta. O un buen artista. No tengo muchas cualidades y las que tengo, dudo que te enamoren.

Desearía invitarte una copa, de lo que sea, la ultima fue de agua. Y cuando el coraje me contamine la mente, invitarte a bailar en medio de la gente, donde caras y caras enfocan para otro lado y yo puedo aprovechar para acariciar tu pelo largo y posar mi cabeza en tu hombre y embriagarme en tu perfume, aquel que hace de mi, un simple muñeco de trapo, simple, débil, incluso feo, pero fiel y eterno amante.

“Regresa a mí” le dijo ella ya anciana a el, y le coloca en su mano un reloj de bolsillo que no es ni de el, ni de ella, es de ambos.

Es una terrible pena que no use relojes y no logre el mismo efecto que logro ella con él.

Dicen que lo que vivo son amores imposibles. Mientras dicen eso se me vienen imágenes en la cabeza, recuerdo como Romeo y Julieta perecen ante la falta de comunicación en un plan, por su amor imposible. Por otro lado, recuerdo como Bella se enamora de una terrible Bestia y no encuentran obstáculos que logren frenar tal amor, que triunfara por sobre todas las cosas. Conozco parejas que eran el uno para el otro, que su relación era fácil, simple y sin complicaciones, y aun así, todas terminadas de la peor manera. Conozco también relaciones complicadas, duras, y vi como el viento y las olas, voltearon a su barco. Del mismo modo, con los finales felices.

Los amores típicamente posibles no garantizan éxito, los amores típicamente imposibles no llevan al fracaso.

Por eso te pido, como Daniel con Felicias, es decir, le pido a tu silla vacía porque no me atrevo a decirte que, vuelvas conmigo, que nos paremos por enésima vez si se quiere, pero que nos paremos, que yo te voy a ayudar si estas algo débil, pero que me acompañes en la hermosa tarea de amarte.

Ansío volver a tocarte sin temer a que luego huyas, ansío no tener el miedo de que un día decidas no hablarme más. Ansío volver a llamarte “novia mía, eterno amor imposible”.

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