jueves, 22 de mayo de 2014

Resolvencia

Caro se levantó con una sensación rara ese día, sentía que algo le faltaba. Salió de su departamento y saludó, como todos los días, al encargado. Hizo la cola del colectivo, se subió a éste, se quedó apretada entre tantas personas y se bajó en Caballito. Fue a su trabajo, se quedó ahí nueve horas y luego volvió a su casa. Todo como todos los días, pero no era lo mismo. No había sentido interés por las palabras de su encargado, le había molestado la fila del colectivo y que tanta gente esté arriba, se ofendió con Esteban que no tenía listos los informes y volvió cansada a su casa.
Caro no suele ser así, ella es de las chicas que canta con los auriculares puestos y siempre tiene una sonrisa para las personas en la calle, pero algo había cambiado.
Al otro día le sucedió lo mismo. Cuando estaba en el colectivo y vio a una señora acercarse, cerró los ojos, como fingiendo estar dormida. Al siguiente pasó de largo, sin saludar al encargado del edificio. Al otro inventó una excusa para no ver a sus padres y así.
Se juntó con sus amigas una tarde y lo lamentó a los cinco minutos. Nada de lo que ellas decían le parecía interesante y ella notaba que los chistes que intentaba hacer sonaban hirientes o soberbios. Simuló tener algo que hacer para retirarse antes.
Caro dejó de escuchar música, de prestarle importancia a las historias de los demás, de interesarle contar la suya propia incluso. Pasaba los días acostada en la cama con su computadora, mirando videos. Su mejor amiga se empezó a preocupar y arregló con sus padres para que la lleven a un doctor. Así fue que ella, de mala gana, visitó a varios doctores que no le encontraban nada extraño. Probaron con toda clase de profesionales y ninguno creía que Caro tuviese algo de lo que habría que preocuparse. Desesperados empezaron a probar con psicólogos de medicina alternativa, grupos budistas y hasta brujas. Nadie supo la respuesta, hasta que un día, mientras caminaba por una plaza, un nene le dijo a su mamá: "Mirá, esa chica no tiene amor".
Ahora hay dos finales, dependiendo de su forma de ver el mundo:

El primer final
Caro miró al nene un rato y siguió caminando. A pesar de que su entorno estaba preocupado, ella cada día que pasaba consideraba menos que los cambios fuesen reales. Cada día le costaba más despertarse, lo hacía de mal humor, se quedaba mirando televisión en la casa, jamás leía un libro y se quejaba de la situación de su país. Poco a poco ella se fue armonizando con un lugar donde el gris es el color predilecto y donde la gente siempre tiene prisa y siente que todo es culpa de otro.

El segundo final
Caro miró al nene un rato y corrió hacia su casa. Llegó a su habitación y empezó a revolver todo el placard para encontrar la caja donde debería estar su amor, pero no la encontraba. Hacía años que lo había guardado y jamás le había pasado algo. Caro se fijó en el comedor, en la alacena de la cocina y en los estantes detrás del espejo del baño. Nada. Se sintió desesperada, corrió a buscar una vieja agenda y telefoneó a sus ex novios a ver si alguno lo tenía, pero no fue así. Salió a la calle, corrió sin dirección, por el simple descontrol, cruzó la avenida y no vio la luz verde. Un auto pisó a Caro y la dejó tendida en el suelo. Caro se quedó mirando el cielo y le dijo a una nube: "Por favor, no dejes que me muera sin amar a nadie".

Si elige el segundo final, usted es un pelotudo.

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