jueves, 22 de mayo de 2014

Juan, el del mar

La ventana del este que suele mirar al mar
y a la espuma juntarse en la arena
ha empezado a empañarse
por las diferentes temperaturas que hay
dentro y fuera de la casa
y ya apenas puedo verla caminar
con las manos en los bolsillos del saco amarillo
y con su gorro de lana violeta.
Pero sé que por ahí anda
recogiendo caracoles para la entrada
y fumando un poco de su cigarro armado.
El frío ya nos ha alcanzado
y ya la gente desapareció de la playa.
El guiso en la olla comienza a hervirse
y ella se pega la vuelta
al ver mis gestos desde la entrada sin caracoles.
La casa se calienta con la comida
y ya se hace imposible mirar a través de la ventana
pero no significa que no haya nada del otro lado.
Cuando llegue el verano y ella se haya ido
y la temperatura entre adentro y afuera vuelva a diferenciarse
sé que no la volveré a ver
pero serán mis ojos empañados
lo que harán su pequeña despedida.

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