jueves, 22 de mayo de 2014

¿Te acordás?

Si hemos sido creados, hemos sido creados para morir. Es lo único que haremos con seguridad y lo único que haremos bien. Lo segundo que debemos hacer, es despedirnos.
Sí, habrá el que diga que la despedida sólo es posible con el recibimiento, pero esa es la clase de persona que es estúpida y habla por hablar sin notar en el ambiente en donde está. Y éste es uno triste, tristemente.
Si las despedidas son dulces, lo son porque son como una manzana, pero no cualquiera, la prohibida. Muchas veces nos damos cuenta del error que fue, cuando ya la hemos comido y cuando luego de despedirnos, nos han desterrado de nuestro hogar.
Porque sí, toda despedida significa irse del hogar. Incluso cuando se va el otro y uno se queda. Porque ese espacio pierde la mitad de su energía y ya no se puede sentir como se sintió antes.
Pero luego de la última despedida, ya no está ese dolor dulce, ni ese desterramiento. En todo caso, todo lo contrario, hay un terramiento, pues quedamos bajo tierra o nos hacemos polvo, que no es lo mismo, pero es igual.
Y si lo hay, si existe una instancia posterior, entonces Dios debe estar muy enojado con nosotros, pues disfruta que nos despidamos constantemente y quizás, de tanto hacerlo, ese dolor haya cobrado forma propia y ande con nosotros desde los principios y es por eso que el ambiente es triste, obviamente.

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