jueves, 22 de mayo de 2014

El ojo de fuego

En lo más inalterable del ser
Si acaso existe un grado de unicidad
Habrá una roca con la pregunta formadora
Y en su propio código, explicará las cosas puras
Las que poco han visto de la luz

Se dirá que el ojo de fuego no puede llorar
En ese demoledor deseo animal
De hacer de las cosas, la luna
Se dirá lo que sea porque el río ya corre
Y tanto imperio ya está en marcha

Pero si acaso pudiese ser
Que la sombra no sea sombra y el rostro tampoco
Entonces todo el ruido perderá sentido
Y acaso así, ¿no dejará de existir?
¿Cuánto horror hay en pensar que la rosa nunca se llamó así?
¿Cuál será mi destino cuando se me refute lo primero?

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